Hemos recogido, enganchado y comenzado el viaje con algo de lluvia y unos grandes truenos, ya decíamos
ayer que ese calor no era normal… La primera parte del viaje, entre eso y que cuando ha parado de llover
había mucha niebla, hemos circulado con mucha precaución. Yo para no aburrirme he fotografiado desde la
ventanilla, los pinos de Las Landas, aprovechando la poca luz para acentuar el efecto movimiento.
También hemos asistido a nuestro paso por el país Vasco a un control de la Guardia Civil, justo en el área
de servicio en el que habíamos parado para que María orinara. Ha sido bastante desagradable, porque
notas que estorbas y esa cara de pocos amigos de la benemérita empuñando la metralleta y buscando en el
interior de los coches aparcados a nuestro alrededor, no nos sugería
nada más que un aviso de bomba, así que en el momento en el que
hemos podido, nos hemos largado.
Hemos acampado en el camping “Peñas
Blancas” de nuevo, la anécdota del día es
que por no esperar la cola de la recepción
a pleno sol y a la hora de estar preparando
la comida, como ya conocíamos el camping, Ana se ha quedado en la recepción
haciendo la ficha, mientras que yo instalaba la caravana en una de las
muchísimas parcelas libres. Se ve que tenía que tropezar este verano dos veces
con la misma piedra… Una vez nivelada y conectada la electricidad, un
extranjero, creo que holandés, me ha dicho que no podía estar en ese sitio,
porque estaba reservado a un grupo. Hemos discutido la situación, porque no
entiendo que la dirección del camping o él mismo, si se lo permiten, no haya
acordonado la zona para recibir a los quince usuarios que se supone que estaban
en camino, permitiendo en un descuido, que alguien (en este caso un servidor)
ocupe una de “sus plazas”. Al final me he tenido que mover puesto que la recepcionista me ha confirmado
dicha reserva y probablemente si hubiera pasado por recepción antes, me lo habrían advertido, aunque a
mi mujer no le habían dicho nada al respecto...
