Esta ciudad es grande, pero es muy agradable recorrerla paseando a pie por sus calles peatonales.
Nosotros hemos dejado el coche en un aparcamiento público en un edificio del centro, pero hay muchas
líneas de tranvía y autobuses modernos.
El Passage Pommeraye, declarado
monumento histórico, es una elegante
galería comercial del siglo diecinueve.
Su estilo pertenece a la época,
neoclásico y algo barroco en su
decoración. Su atractivo, no ha pasado
desapercibido para algunos cineastas,
que aprovecharon para filmar alguna
que otra toma en ellas. A pesar de
estar su interior en restauración y
repleta de andamios en un cincuenta
por ciento, la gente sigue animándose
a pasar por ellas y hacer algunas
compritas.
Durante la industrialización gran parte de la ciudad la ocupaban fábricas, se
enlataba pescado, se tintaban telas, se hacían galletas… Aún quedan en pié el par
de torres modernistas que flanqueaban la entrada a la enorme fábrica de LU,
convertida hoy en un gran centro de arte.
Por la tarde hemos estado en una parte de la ciudad donde los edificios de
granito, estaban realmente torcidos, lástima que en las fotos que he hecho no se aprecie, porque daba
pánico ver como estaba todo de descuadrado. El motivo es que se construyeron sobre una isla de arena en
el río, así que se han asentado de manera desigual. Estos edificios los
construyeron los armadores en los años de prosperidad. Lo mejor era
buscar sus curiosos mascarones en los dinteles de las puertas con
caras muy diversas…
Para los niños existe en l’ile de Nantes, una atracción curiosa,
nosotros fuimos a última hora de la tarde y no lo vimos en
funcionamiento, pero aún en reposo es impresionante. El elefante
gigante, es un robot hidráulico de 12metros de altura y 45 toneladas
de peso.
