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venecianas, pero los ventanales estaban abiertos y la lluvia salpicaba
algunos cuadros. Escribimos una protesta a la Comuna de Vicenza. Arrecia
la lluvia y llegamos a Padova. Nos quedamos en el aparcamiento cercano a
la Basílica y nos advierte un francés que la noche anterior robaron varias
bicis a AC cortando con una cizalla. Como estaba muy concurrido nos
quedamos a dormir allí (16 €). Dimos un gran paseo.
Día 21
Visitamos la Basílica y me entero que en Italia no es San Antonio, al
santo que se le pide novio, sino el que encuentra las cosas perdidas. Me
desanima ver el comercio, no puedo más que pensar en los mercaderes del
templo y alucino cuando veo un cartel en el que se “subastan misas”.
Continuamos hacia Verona, aparcamos cerca del centro en un Parking que
según el vigilante se permite pernoctar. Vamos andando al Centro a ver la
casa de Romero y Julieta. Nos encanta, la gente joven dándose piquitos y
mirándose a los ojos. Tenemos una foto hace años en que yo estoy en el
balcón y Enrique pretende subir. La hizo mi hija en nuestras bodas de plata,
que se apuntó al viaje. En el Coliseum (Arena) hay un evento en el que se
rueda una película o una ópera. No nos dejan entrar porque hay que ir
vestidos de gala, y la verdad es que con las bermudas de algodón, camisetas
y zapatillas de cáñamo, desentonamos un poco. Nos sentamos a tomar una
cerveza y una coca y nos cobran 18 € ¡Un completo latrocinio! Buscamos
pizza al taglio pero no encontramos. Volvemos a pasar por la Via Capelo 23,
que sigue abarrotada de jóvenes enamorados y vamos hasta el Ponte di
pedra para ver el río al atardecer y regresamos paseando por la más bonita
plaza de Verona, la Piazza delle Erbe, donde siguen los chiringuitos para
comprar los turistas. La Torre Lamberti, cerrada ya y la Plaza de los Señores.
Regresamos al aparcamiento y Enrique se enrolla con una familia romana
que nos habla de la emigración italiana y de la subida de precios con el
euro, de los robos, muy simpáticos. Nos acostamos muy cansados y a las 6
de la mañana llaman a la puerta. Hay que desalojar el aparcamiento, según
dicen, para una exposición de maquinaria. Todas las AC salen con sus
ocupantes casi en boas, por el calor, hacia donde se pueden. Terminamos en
una calle donde volvemos a dormir hasta las 9. hay una pastelería y
desayunamos unos riquísimos y carísimos pasteles.
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