El sol luce con ganas y, tras tomar la E4, disfrutamos con la sucesión de bosques
a través de nuestra ventana.
Sin haber encontrado una gasolinera abierta -esto es importante porque todas
cierran como muy tarde a las seis y si necesitas combustible debes utilizar la tarjeta de
crédito-, pasamos la noche en un área de descanso que cuenta con servicios y letrina,
donde vaciamos el WC. Nos instalamos al lado de una caravana alemana y compartimos
con el matrimonio que la ocupa un vaso de gazpacho y una tanda de fotografías de
Noruega donde estuvieron el año pasado. A las doce y media aún luce la claridad de la
noche, así que pensamos que no llegará a anochecer nunca sino que atardece y vuelve a
amanecer.
9º día. 17 de junio de 2006
A las diez salimos dirección Rovaniemi. Ya, desde Sundsvall, nos guiamos por
la señal que anuncia Haparanda (E4). Hoy el día se resume en kilómetros y paramos a
pasar la noche en un área a 300 kms. de Haparanda.
10º día. 18 de junio de 2006
Nos despiertan unos italianos que hablan tan alto como solemos hacerlo los
españoles, así que no nos queda otra que ponernos en camino a las ocho de la mañana.
La carretera por la que continuamos, la E4, sigue estando en perfecto estado y la
circulación es prácticamente inexistente. Paramos en Lulea para ducharnos y hacer
compra en un supermercado grande -abierto los domingos de 9 a 23 h.- junto a una
gasolinera. Nos entretenemos un rato viendo a los animales de un circo muy cercano a
nosotros. Después de una larga parada volvemos a la carretera sobre las 12,15 h. A las
13,45 h. cruzamos la frontera y pisamos suelo finlandés, ya estamos más cerca de
nuestro primer destino, Santa Village.
Paramos para repostar gasolina y junto al establecimiento vemos un Kotti Pizza
que decidimos probar. Está lleno de gente joven y parece un lugar agradable y con
buena comida, así que pedimos dos raciones de patatas, cuatro colas (puedes echarte
tantas veces quieras) y dos pizzas, todo ello por 24,80 euros ¡no está mal! Las pizzas
estaban riquísimas.
Continuamos camino y llegamos al Santa Village cuando ya Papá Noel no
estaba visible, con lo cual nos entretenemos recorriendo el lugar y haciendo las típicas
fotos. Bueno, no sé si el Santa Park será mucho mejor que el Village pero puedo decir
que, a mi parecer, éste es simplemente un gran centro comercial donde ni siquiera había
cosas bonitas. Imaginaba que sería mucho más navideño, más cuidado en su decoración
y más fantasioso para los niños. En fin, lo único que valió la pena es la cara de mis hijas
cuando vieron a Papá Noel y hablaron con él pero eso sucedió al día siguiente. Allí nos
encontramos con Lino y su mujer, Meli, que van camino de Cabo Norte. Les
exponemos nuestra duda sobre si llegar o no al mítico lugar y Lino nos anima con la
consabida y efectiva frase “... ya que estáis aquí”. Ellos continúan camino pero nosotros
pasamos la noche en la zona de aparcamiento del Village -gratuita- para mañana ver a
Papá Noel a primera hora. Por supuesto, no acabamos el día sin sacarnos el Certificado
por haber llegado al Círculo Polar Ártico en este punto. Damos una vuelta por
Rovaniemi y buscamos el área que teníamos apuntada para vaciar grises pero no la
encontramos. Pasamos por el puente y vemos el bonito camping de la ciudad con un
emplazamiento magnífico junto al río, llegando a la zona deportiva “SantaSport”,
donde vaciamos en una alcantarilla y jugamos con las niñas en los columpios. El tiempo
sigue siendo estupendo y la manga larga aún no ha aparecido con lo que no nos
sorprende tanto ver a algunos valiente disfrutando de las frescas aguas. Miramos por