El Sapmi Park abre a las 9 y vamos a visitarlo tras nuestra incursión por la
Iglesia y el Parlamento. Nos cuesta 270 coronas noruegas. Bueno, tengo una opinión
encontrada respecto a recomendar esta visita o no hacerlo. El parque muestra los
diferentes campamentos samis según la época –verano e invierno-. Puedes entrar en las
tiendas y hay personas con vestidos típicos de los samis que se fotografían con los
visitantes y explican curiosidades sobre la vida de los samis. Lo que más me gustó fue
el restaurante que, aunque no disfrutamos, me llamó la atención porque resultaba muy
acogedor y romántico. Estaba en el interior de unos túmulos que sobresalen de la tierra.
Dividido en espacios individuales iluminados con hogueras en el centro y luz de velas,
los comensales se sientan alrededor del fuego en bancos de madera cubiertos con pieles
de animales –supongo que sintéticas-. Todas las especialidades que se sirven son samis.
No miramos los precios pero su aspecto no dejaba lugar a dudas, debe ser carísimo.
También hay una cafetería y una tienda de caros souvenirs. Al entrar te dan un plano en
español del parque -como si éste fuera enorme- y te citan a las 11 para ver el Teatro
Mágico en español. Bueno, imaginé que la visión de la historia y costumbres samis
contada en español me resultaría muy interesante y cambiaría mi opinión sobre la
entrada al parque, así que esperé ansiosa el inicio del Teatro. A las once en punto
estábamos solos en una pequeña sala de madera con una pantalla frontal y un holograma
de una hoguera. La película que vimos me pareció más una oda a la Madre Tierra –
conexión entre humanos, animales y tierra- que un documental sobre la historia sami,
así que, aunque las imágenes eran bonitas y la música cautivadora, me quedé un poco
decepcionada.