precio del billete de niño es de 2,50 €uros pero tiene una validez de 24 horas,
debiendo validarse también a la entrada y la salida del tranvía.
Llegamos a Museumplein y tras hacernos unas fotos, lo que es viajar con
niños, la pequeña tenía ganas de ir al baño. Así que mi mujer fue con ella a una
cafetería que había al lado y bajó a los baños. Éstos eran de pago 0,50 céntimos,
algo muy habitual en Holanda, aunque suelen estar por el contrario bastante
limpios, ya que suele haber una persona encargada de limpiarlos y tenerlos
decentes. En este caso cuando fueron a entrar se dieron cuenta de que las puertas
de los retretes eran de cristal transparente, y allí había una señora oriental
“obrando” a la vista de todo el mundo. Entonces la encargada empezó a gritar
“close
the door!, close the door!”
, pero la interfecta no se debió de dar cuenta. Eso sí, al cerrar
completamente la puerta y el pestillo interior el cristal se oscurecía y hacía opaco; lo
advierto por si alguien se encuentra en la situación no vaya a “dar espectáculo”.
Después de la anécdota, nos dirigimos caminando hacia la calle Albert Cuyp,
que es donde se desarrolla el mercadillo de Cuypmarkt. Es un mercado a lo largo de
toda la calle, más o menos un kilómetro, donde podemos encontrar prácticamente
de todo. Puestos de comida elaborada (indonesia, holandesa, pollos asados,
arenques crudos, etc.), también hay de frutos secos, fruterías, pescaderías y
carnicerías, tiendas de recuerdos, de bicicletas y accesorios, etc. Es un mercado muy
popular para los lugareños, y conviene aprovechar para comprar accesorios de
bicicletas que en España es más difícil encontrar. Eso sí, a la entrada hay una
pancarta de advertencia, suele haber carteristas.
Cuypmarkt