Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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Lo recorremos todo varias veces; las casas de madera junto al lago, paseos por el lago, el lago, el
lago, el lago... No podemos dejar de acercarnos a observar el lago. Tal es su magia y su imán,
que nos atrae de una forma tan poderosa que volvemos a él una y otra vez. ¡¡¡Es un paisaje
bellísimo!!!
Y si elegante es la Iglesia Protestante que preside la plaza, también esbelta y elegante es la
Iglesia Católica, un poco más a las afueras, en medio de lo que parece un bosque frondoso: la
Pfarrkirche, que tiene la particularidad de tener un cementerio con un curioso osario donde se
exponen cráneos, todos ellos decorados con flores. El motivo de tener esta capilla/osario es
porque el cementerio local no tiene el espacio suficiente para poder tener todas las tumbas. El
espeluznante osario es lugar usual de visitas curiosas primero y luego asustados rostros una vez
en el interior, y tal vez, por qué no decirlo, de rápidas huidas. Después de diez años se trasladan a
este lugar los cráneos para así poder utilizar el lugar que ocupaban los cuerpos. Para nosotros es
algo muy peculiar ya que no estamos acostumbrados a este tipo de cementerio, y para ser
sinceros, nos resulta chocante verlo, pero no deja de ser algo distinto que nos ayuda a conocer las
distintas creencias y costumbres de cada lugar que visitamos y que en definitiva es una de las
cosas que nos deja un viaje, además de sus paisajes y todo aquello que podamos disfrutar.
Volvemos sobre nuestros pasos, y tras acabar el paseo por las estrechas calles del casco
histórico, llegamos al embarcadero dónde nos estacan 7,50€ euros por persona por darnos una
vuelta por el lago dónde se encuentra el pueblo. El trayecto en el barco en cuestión se hace
demasiado corto, sobre todo por los 22,50€ que nos han hecho pagar, por lo que merece la pena
aprovecharlo al máximo.