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          Jueves 19 de agosto de 2010
        
        
          Nuestra siguiente parada es A Guarda, donde el Miño
        
        
          entrega sus aguas al Atlántico,  Llegamos con una bruma
        
        
          impresionante que apenas deja ver más allá de cincuenta metros,
        
        
          aparcamos en el puerto, al llegar ya había una auto holandesa y su
        
        
          propietario hablaba animadamente con unos pescadores que se
        
        
          afanaban en desenredar un interminable manojo de hilos verdes.