Casi una horita... no necesito mucho más...
No me molesta la pregunta aunque... tampoco la entiendo muy bien... Espero aclarartelo con la versión corta...
Cuando nació la mayor ambos teníamos clarísimo que no queríamos más hijos, pero además, en poco tiempo, aunque hubiéramos querido, no hubiéramos podido tenerlos...
Dejamos pasar el tiempo y éramos una familia de tres miembros muy, pero que muy feliz... Sólo mi hija, llegó a una edad, en la que comenzó a demandar un hermano. Al principio no le hicimos caso, pero poco a poco vimos como el interés iba en aumento y se tomaba muy en serio aquello de hacerse oír... Un día al salir del colegio una compañera suya iba con su mamá y una hermanita china en un carrito, así que le dijo a Ana:
-Mamá, yo quiero un hermanito, no me importa que sea chino, ruso o australiano-. Eva tenía seis años.
Eso a Ana le dió mucha fuerza y como siempre había contemplado esa posibilidad (y ya no se acordaba de lo que era tener un bebé en casa...), comenzó a sentir la llamada de la maternidad...
Al poco tiempo, cuando ya tenía todos los cabos bien atados, me lo planteó. Yo en principio, ni me negé, ni lo acepté, preferí tomarme mi tiempo porque nunca estuvo en mis planes y suponía que podría desequilibrar bastante nuestro sistema de vida.
A los quince días, de di la respuesta, ya había asimilado lo que podía suponernos ampliar la familia y decidí comprometerme hasta el punto que durante ese corto espacio de tiempo, ya estaba yo deseoso de sentir la paternidad de nuevo... Es más, deseaba hacerlo de este modo tan aparentemente distinto al biológico.
El camino hacia la adopción plena fué largo y difícil, psicólogos, trabajadores sociales, idoneidad, registro, esperas y más esperas, ahorrar mucho entre tanto... Pero al final, llegó ella y es indescriptible la sensación que se tiene cuando está al fin en tus brazos y sabes que es ese el hijo que tanto tiempo (en nuestro caso dos años...) has estado esperando. El olor a sándalo aún lo recuerdo como algo sólo suyo, esa carita triste que mejoraba a pasos agigantados a medida que se sentía segura entre nosotros, tampoco se me olvida... Y lo viva, cariñosa e inteligente que es, son todo un regalo a esa espera y a ese deseo... Cada día que pasa no hago más que dar gracias porque se haya podido producir este encuentro tan maravilloso... Bueno, los cuatro lo hacemos...