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Tal como explique anteriormente y con la compañía de la lluvia, nos dirigimos a la capital
del principado, Oviedo.
A pesar de que ya hacia años, había
leído el libro de Benito Pérez Galdós
"La Regenta", algunos lugares me
recordaban pasajes del libro, por lo
que si alguien tiene la intención de
visitar esta ciudad, seria
recomendable su lectura.
Nada mas llegar, nos tenemos que
dirigir a una pastelería situada en la
calle Jovellanos esquina calle del
Águila, ya que los niños solo habían
comido un bocadillo, donde
aprovechamos para probar un dulce
con el escudo de Asturies y los bollos
de Cabrales. Seguimos por la calle
del Águila, hasta llegar a la catedral
de Oviedo, donde en la plaza y
antes de empezar la calle de la Rua,
encontramos la primera estatua de
la novela nombrada anteriormente
.
En la plaza del Ayuntamiento,
encontramos la oficina de
información, que nos aprovisiona de
mapas y guías.
Una de las zonas que no hay que
perderse es el mercado del Fontán,
donde existen patios cerrados con
columnas y casas de vivos colores
alrededor del mismo. Es cuestión de ir paseando por todo el casco viejo y así descubrir
lugares por uno mismo. Al final seguimos por la calle de Fruela, para ir a desembocar a la
plaza de la Escandaleda, donde se encuentran la estatua de la maternidad y otra de los
caballos astures. Como la tarde no mejoraba, y volvía a llover, decidimos volver al
camping.
Día 6 de agosto
Los niños no querían andar demasiado, además
que el tiempo no era demasiado apacible, por
lo que decidimos hacer una jornada de
descanso en el camping. Parecía que hubiera
sido una premonición, ya que al llegar al
mediodía y con un tiempo nublado, nos
habíamos propuesto hacer una barbacoa, pero
empezó a soplar viento y como llevamos
caravanstore con cerramiento y el viento
parecía que iba a mas, lo plegamos todo en un
momento y guardamos en el coche el
cerramiento. Sobre las dos de la tarde, empezó
a soplar un viento fuerte que comenzó a
levantar toldos y parasoles que la gente no
había quitado, entre ellos una pérgola que fue a
parar al techo de otra caravana. Por supuesto,
nos quedamos sin barbacoa ya que era una
temeridad hacer fuego con semejante tiempo.
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