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hacen largos por la lentitud que llevamos debido a los camiones –la sensación es que se
nos hace más largo porque tenemos muchísimas ganas de tomar nuestro primer ferry
hacia Escandinavia y las niñas están muy emocionadas-.
Llegamos al mostrador de embarque y estamos solos. No hay ninguna cola. Nos
ponemos en el carril núm. 14, donde nos indica el señor del mostrador, tras pagar el
ferry (a driver, a adult, two childrens: 71 euros). En el carril hay un semáforo en rojo y
debemos esperar hasta que se ponga en verde. Por prevención, les doy a las niñas media
ampollita para el mareo y yo me tomo una biodramina (es la única vez que tuve que
hacerlo porque ni las niñas ni yo nos mareamos jamás en ninguno de los barcos que
tomamos posteriormente, pero esta primera vez no quería sorpresas desagradables así
que previne, por si acaso)
Subimos a la cubierta del barco y disfrutamos de una más que agradable
travesía, abrigados por el espléndido sol que lucía y acompañados por las gaviotas a las
que dimos de comer galletas. Llegamos a Rodbyhavn a las 18,05 minutos.
La salida es aún más rápida que la entrada y ponemos rumbo a Copenhague, de
la que nos separan 160 kms, por la E47. No hay pérdida, ya que nada más salir del ferry
vemos la indicación hacia Kovenhav (Copenhague).
El paisaje que nos acompaña es llano y muy verde, salpicado de vez en cuando
con algún tejado que rompe la planicie.
Pasamos por el espléndido Puente de Faro y paramos en el área de descanso al
pie del mismo para pedir información turística en la oficina que allí se encuentra. No
está abierta pero la parada merece la pena porque la vista del puente desde el área es
magnífica. Allí se encuentran varias autocaravanas que pensamos van a pasar la noche
por el despliegue de mobiliario que ofrecen.
Cuando llegamos a Copenhague nos dirigimos al área que teníamos prevista
frente al Hotel Marriot y, para nuestra sorpresa, ya no está. Damos algunas vueltas y al
final encontramos la nueva área para autocaravanas cuya dirección es
C/ Vasbygade,
junto al Centro Comercial Fisterkorvet
. Tiene un gran cartel amarillo señalando
CAMPING y muchas banderas amarillas que no dan lugar a pérdida. El área está
vallada y es muy grande. Está prácticamente vacía -con nosotros, somos seis
autocaravanas- y cuenta con todos los servicios necesarios, incluso duchas y baños
impecablemente limpios y muy amplios -con zona de vestidor y todo-; la regenta un
holandés amabilísimo que nos da detallada información no sólo de Copenhague sino de
nuestro viaje: carreteras noruegas, lugares de interés en Suecia, mapa y guía de
actividades de la ciudad, etc.; incluso nos da vales descuento para el próximo ferry
Helsingorg-Helsinborg! El área se encuentra bien situada del centro y pagamos 25 euros
con la luz incluida. Con nosotros llega también un matrimonio navarro y una familia
italiana con una niña de la edad de nuestra hija mayor, con lo cual la diversión y los
ratos de charla estuvieron garantizados. El matrimonio navarro va a hacer el mismo
itinerario que nosotros, aunque ellos tienen dos meses y medio para realizarlo con lo
cual su ritmo nos resulta envidiable. La familia italiana ya hizo Noruega el año pasado y
nos dan algunas recomendaciones. Aunque es tarde, damos un paseo para ver qué nos
rodea pero no encontramos ningún sitio donde comprar pan o poder tomar algo rápido,
así que volvemos a la auto para descansar y prepararnos para lo que nos espera mañana.
Después de una ducha y una cena rápida, nos metemos en la cama a las doce, cuando
todavía no es noche cerrada.
5º día. 13 de junio de 2006
Me despierto a media noche por la luz del sol que se filtra en la capuchina, miro
la hora y son las cuatro de la madrugada!! Por supuesto aunque me encanta la sensación
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