Por aquellos entonces, la mayoría de edad, no se conseguía hasta los veintiún años, la mujer, no tenia ni voz ni voto, y pasaba de estar bajo la custodia del padre a la del marido, estando sometida a este, que a la mujer se le reconocía como único trabajo y obligación las tareas del hogar, “sus labores”, como ponía en el DNI, y que fuera de esto, los trabajos mas corrientes, y para los que se había preparado a las niñas, era la de sirvientas o doncellas, y las que no a esperar que algún hombre, a ser posible de buena posición se fijara en ella, para convertirla en su sierva y fiel esposa.
El machismo estaba instalado en nuestras vidas, siendo las mujeres casi siempre, las que lo ejercían de forma mas brutal, donde el adulterio estaba, penado por la ley, siendo únicamente mal visto en las mujeres, aunque no se las dilapidaba. Donde estaba mal visto que una mujer caminara sola por la calle, pasadas las diez de la noche y si se les veía con desconocidos, se les consideraban unas perdidas, y que las que mas defendían estas tesis, eran las propias madres y familiares de las presuntas descarriadas.
Estoy hablando de la España rural y profunda, la España, que a mi me toco vivir, y que yo era el primero que no entendía.
Iba que no cabía dentro de la camisa, y no era por lo ajustado de esta, es que iba paseando con la mujer que tenia la sonrisa mas bonita del mundo, que me traspasaba con su mirada, y lo que es mas íbamos paseando camino de su casa solos.
Cuando pasamos el cuartel de la Guardia Civil, camino de su casa por la Avenida de los Estudiantes, calle ya poco concurrida, yo le pedí la mano, y ella me la dio.
Ahora además de no caber dentro de la ropa, iba flotando, seguíamos aproximándonos dirección a su casa, y yo en mi nube.
Pues dile que nos queremos, y vamos a formalizar nuestra relación, que desde hoy somos novios y que mañana voy a venir a por ti a tu casa.
Su rostro se ilumino mientras decía:
Lo dices en serio.
Acaso lo dudas, sabes que llevo mucho tiempo esperando que llegue ese momento.
Le puse la mano en la espalda, la atraje hacia mi, y la bese de tal forma que James Dean, a mi lado hubiera parecido un principiante. De primeras se vio sorprendida, después fue cómplice de ese beso, para al final, con tintineo de ojos me pidió que lo dejáramos, para despedirse con un hasta mañana.
Y así transcurrió el veintiuno de mayo de mil novecientos setenta y siete, fecha que figura en nuestras alianzas, como día que formalizamos nuestro compromiso.
Si diré que este es un libro que pienso quiero y deseo que le quedan muchas paginas por escribir, paginas que si se les pudiere o hubiere que poner un encabezado, seria este.
"Angelines mi mayor deseo es envejecer a tu lado."