Bailar el agua
Origen: el origen de esta expresión procede de la antigua costumbre de los esclavos o sirvientes de echar agua al suelo de los exteriores de las casas para que cuando sus dueños o los propietarios regresaran, el ambiente estuviera limpio y refrescado. Cuando lo hacían, el agua zigzagueaba por los adoquines o baldosas, pareciendo así como que bailara.
Por su parte, el origen de la expresión “hacer la pelota” la encontramos en que, en España, antiguamente las prostitutas también eran conocidas con el término “pelotas” (y así lo recoge aún hoy en día el diccionario de la RAE en su octava acepción). No se sabe a ciencia cierta por qué se las llamaba así, aunque parece ser que era porque las prostitutas iban pasando de mano en mano entre los diferentes clientes, como si de un balón deportivo se tratasen.
Cuando una de estas “pelotas” andaba a la búsqueda de un cliente, solía adular a los viandantes que por allí pasaban, esperando así que sus insinuaciones sexuales lo convencieran de contratar sus servicios. También sabían que cuanto mayor fuera las lisonjas que hicieran a sus clientes, mayor sería el estado de satisfacción de los usuarios de sus servicios, incidiendo así también positivamente en la cantidad de las propinas y asegurando volver a tratar con ese cliente en un futuro.
De ahí vino que al acto de adular a alguien, con intención de conseguir algo, acabara siendo denominado como “hacer la pelota”, en clara referencia a lo que hacían las prostitutas (“pelotas”) con sus clientes.