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Son las 17:50h, y en 10’ cierran. Muy amablemente un guarda de seguridad nos invita a salir de los
jardines. Después de pasar de nuevo por el Jardín Inglés, volvemos al patio de los Adioses, lugar por
el que habíamos entrado. Contrariados por no haber podido ver el castillo por dentro, abandonamos
Fontainebleau camino de Orleáns donde tenemos previsto pernoctar en el camping de Olivet, en el
extrarradio de esta gran ciudad.
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Y ahora toca la anécdota del viaje. Anécdota que hubiese sido un drama de no ser por la divina
providencia.
Entre Fontainebleau y Olivet hay 100 Km pero hay que pasar obligatoriamente por Orleáns, al menos
eso es lo que nos indica el GPS y todos los mapas que llevamos encima. Atravesamos la ciudad por el
centro siguiendo las indicaciones del TomTom. Este sistema de guía tiene un problema: no sabe en
qué tipo de vehículo vamos. Le da igual un coche que una autocaravana. De pronto entramos en un
túnel como los de Gallardón en Madrid (para librarse de las rotondas y los semáforos) y no nos damos
cuenta de la señal de altura máxima de 2,60m. Nuestra autocaravana mide 2,80m de altura con lo que
o frenamos o descapotamos la Challenger. El golpe que dan las gomas del gálibo contra la antena es
de impresión. Como de impresión han de ser nuestras caras al ver que estamos a punto de clavarnos
en el arco del oscuro túnel. La poca velocidad a la que vamos (20 km/h) y el frenazo que damos nos
permite quedarnos a escasos 3m del puente.
A todo esto, entre el túnel y la entrada (donde estaba la señal) hay al menos 100m. Estos 100m están
atestados de coches detrás de nosotros esperando a que nos decidamos a hacer algo.
