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El gobierno Bosnio lo subvenciona y últimamente se ha caído en la fantasía de que si dejas un

cuchillo sin afilar, al día siguiente aparecería afilado, que hay energías telúricas que sanan y

que se ha encontrado una piedra de curación.

Yo quería ir y fui. Dejamos la Ac y fuimos andando camino arriba, a pesar de que había un

carro tirado por un caballo para quien lo requiriera, pero el conductor se pasó en el precio, así

que llegamos cansadísimos y acaloradísimos, total para no ver nada, al parecer hay muchos

voluntarios que van en verano de forma gratuita a las excavaciones, pero cuando llegamos no

había nadie y el guarda no nos dejó pasar. Al parecer dicen que hay pasadizos que comunican

una pirámide con otra.

Volvemos y por los maravillosos paisajes, que te dan ganas de que el camino dure mil horas,

paramos en un restaurante de carretera donde comimos un cordero asado que fue toda una

delicia gastronómica y así, poquito a poco llegamos a un negocio de antigüedades que había

en la carretera, con muchísimas radios, pero no pudimos comprar ninguna porque la

vendedora debía creer que estaba vendiendo el diamante Culligan.

Nos vamos hacia la autopista y salimos en Kakani. Vamos hacia Klaljeva Sutjeska para llegar al

Monasterio Franciscano. No estamos dentro del horario establecido, pero llamamos y un

monje nos facilita la entrada pero señala el cartel del horario.

En este monasterio hay incunables, 31 libros, más de la mitad de los incunables que hay en

Bosnia. A los monjes en la época otomana se les llamaban “tío” para no comprometerlos ante

los turcos, pero en tiempos de Mehmet II este dio la orden de que no se molestara a los

monjes. Los monjes se ocupaban de hacer el registro de nacimientos, muertes y matrimonios,

una labor que fue muy útil para los habitantes. También escondieron las campanas, pues se

prohibió su tañido durante el periodo otomano.

Nos vamos a Tuzla, el camino tiene muchas curvas, llegamos a Tuzla -una población que en

turco significa “sal”-. Es la cuarta ciudad de Bosnia, en la antigüedad llamada Soli, también la