

estancadas atrapados entre fachadas desconchadas… hasta eso tiene encanto. Y, por supuesto, visitar
Venecia de noche, cuando la marea de turistas ha quedado reducida prácticamente a nada, y los
faroles de luz tenue se reflejan en el agua de los canales. No hemos hecho nada de esto en este viaje,
pero… es que eso es algo que es difícil hacer con niños. Eso es algo que debe hacerse solo o en pareja.
Ya tendrán tiempo ellos de descubrir esa otra Venecia cuando vuelvan de mayores. Porque volverán,
estoy seguro.
Nos vamos con cierta pena. Temíamos que nos decepcionase nuestra enésima visita a la ciudad, y
salimos tan embrujados como siempre. Y es que, por mucho que volvamos a ella, Venecia es como
Sevilla: tiene un color especial, sigue teniendo su duende; y aunque a veces huela mal, me gusta estar
en su ambiente.