

A continuación, nos vamos a comer, y lo hacemos en el restaurante Kotleta, justo detrás de la torre
del ayuntamiento. Aunque está medio lloviendo, nos situamos en el jardín, está todo cubierto y se
está muy bien. Pedimos codillo (es enooorme!), “bocata” de sopa gulash, carpaccio y ensalada cesar,
para beber cerveza para los adultos y un Sprite para Ariadna. La comida está buenísima y pagamos
por ella unos 50€. Saliendo nos vamos a tomar café al Starbucks y a conectarnos con su Wifi.
Delicias del resturante Kotleta
Después nos dedicamos a pasear por la zona comercial donde hay un montón de tiendas que venden
el famoso cristal de Bohemia y joyerías con granates, típicos de la Republica Checa, aunque me
gustaría hacerme un regalo, no compro nada, los precios no son muy asequibles que digamos…
Hace rato que llueve sin parar, no es una lluvia intensa, pero no deja de ser un poco molesto pasear
con paraguas. El paseo nos lleva a cruzar de nuevo el puente de Carlos IV. Ahora sí que hay gente.
Llegamos a la zona del castillo y desde el mirador se tienen unas vistas preciosas de la ciudad. Nos
dirigimos hacia el callejón del Oro, pero no se puede entrar sin pasar por el castillo. Incluso tienen un
torniquete y un vigilante para evitar que la gente entre sin previo pago. Desandamos lo andado y
vamos a coger el tranvía. Subimos al 17, pero este en lugar de dejarnos en nuestra parada, nos deja
en otro lugar que es fin de su trayecto. Tenemos que esperar a otro 17 que vaya en nuestra dirección.
Esperamos poco y rápidamente estamos en “casa”. Después de todo el día sin parar, nos apetece
descansar un poco antes de cenar. La temperatura dentro es de 23º y fuera de 20º, aunque hay
bastante humedad se está muy bien. Preparamos cena, partida de cartas y a dormir.