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Es el segundo edificio religioso más grande del mundo tras la
mezquita de La Meca, pudiendo acoger a 25.000 personas. No
entramos porque es viernes y está prohibido para los no
musulmanes. Cogemos un taxi (en él vamos nueve personas) y,
milagrosamente con vida, llegamos al mercado donde nos
abastecemos de anchoas a un precio de 8 euros el kilo. Marruecos,
exagerando, podría ser el país de los extremos: frío-calor, desierto-
valles verdes y fructíferos, pobreza-riqueza y mini taxis (sólo para 3
personas) y taxis en los que pueden ir todos los que entren en él y
no pierdan la respiración en el intento. Casablanca no nos llama la
atención especialmente si no es por su caótico tráfico y las ganas
que teníamos de salir de ella. Aquí, desde luego, tendrían que tener
más en mente la frase berebere que escuchamos cientos de veces
durante nuestro viaje “La prisa mata”.
Llegamos al Camping municipal de Mequinez de noche y
acabamos el día con una cena todos juntos y conversación sobre la
ruta del día siguiente.
Sábado, 26 de marzo
A las 8,30 ya estábamos saliendo del camping para llegar a
Volúbilis cuanto antes y aprovechar el camino de vuelta. La
carretera que lleva a la Ciudad Romana está acompañada de un
paisaje verde y Moulay Idriss se divisa desde lejos destacando con
sus casas encaladas.
Durante dos horas un guía nos enseña Volúbilis explicándonos
con todo lujo de detalles curiosidades de la misma y poniéndonos a
las mujeres coronas de flores (campanillas) en las cabezas
(Volúbilis significa campanilla). La visita mereció la pena y nos
gustó mucho a todos, ya que la Ciudad está bien conservada en un
entorno precioso, desde donde se podía ver perfectamente la forma
de camello de Moulay Idriss.
Ponemos rumbo a nuestra última visita: Chechaouen.
Llegamos después del almuerzo y el tiempo se puso feo.
Cuando dejó de llover, dimos un paseo por este bonito y agradable
pueblo. Estaba lleno de turistas, como nosotros, pero disfrutamos
paseando por sus estrechas y empinadas calles con casas blancas,
azules y añiles. Cruzando el puente sobre el Río Laou, nos
acercamos hasta la fuente y seguimos el ritual de lavarnos la cara
tres veces (el agua estaba bastante fría) y pedir un deseo. Desde el
río pudimos ver a las mujeres lavando la ropa en los lavaderos y
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