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Lo más destacable de este palacio, dentro de la parte de arquitectura, es el trazado de su planta,
totalmente simétrica (con una topografía tan plana, no era difícil). Y porsu puesto, su escalera de doble
revolución (diseñada por Leonardo da Vinci), con dos accesos en cada planta, opuestos 180 grados y con
núcleo hueco. Su particularidad reside en que aunque dos personas suban o bajen por sus entradas
opuestas, y se muevan en los mismos niveles, jamás se llegan a cruzar. Su cubierta, plagada de chimeneas,
cimborrios y tejados de pizarra con las formas más curiosas, es su seña de identidad. Nada de jardines de
flores de planta geométrica, más bien grandes extensiones de césped y el resto rodeado de hectáreas de
bosque.
Por la tarde hemos pasado por
Blois,
como no queríamos saturarnos, lo hemos visto desde el otro lado del
Loira. También por un pueblecito pequeño que se llama
Chaumont-sur-Loira
, pero con otro gran castillo que
hemos visto desde la carretera y que nos ha parecido digno de otra visita. Lo bueno de este tipo de
turismo es que puedes reorganizar el programa en cualquier momento, pero nosotros somos bastante
cuadriculados y preferimos reservarlo para otro año, así tenemos una excusa para volver y ver por ejemplo
el palacio de Clos-Lucé, donde vivió Leonardo da Vinci y ahora se exponen maquetas realizadas a partir de
sus dibujos…
Eva hoy ha pasado las dos horas de ida y las dos horas de vuelta, leyendo un libro, con lo cual ni la hemos
sentido. En el castillo, como no se ha llevado la cámara pequeña (además ya había gastado la batería y no se
había ocupado de cargarla), así que no lo ha pasado como ayer.
María durmiendo a la ida y a la vuelta, aunque esta mañana se puso un poco malita, se sigue mareando un
poco si el desayuno lo ha tomado poco antes de montar en el coche.
Hoy durante la visita, que la ha pasado a mi espalda todo el tiempo, me hacía cosquillas en el cuello con sus
manos y de repente me dice, -papá, eres un sol-, claro yo me derrito, después en la cubierta del palacio, me
dice, -papá ¡guapetón!- y yo alucino, porque no tengo ni idea de dónde habrá aprendido eso.
Pero lo mejor ha sido cuando nos hemos ido en bici ella y yo al supermercado que está cerca del camping,
¡me lo he pasado en grande con ella!, se fija en todo, -ahora falta el pan, ahora el queso, ahora el tomate…-
y ya en la caja (aquí te pesan la fruta en el momento de pagar), la chica me hace una pregunta señalando a
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