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Así que hemos visitado
Dinan
, un pueblo en altura y amurallado, con calles medievales, casas de piedra o
entramados de madera y ladrillo enfoscado y tejados de pizarra. Abajo, para bordar la postalita, su puerto
deportivo en el río Rance.
A eso de las seis, hemos tenido que volver al coche un poco deprisa, porque ha empezado a llover fino, pero
calando y no estábamos preparados en ese momento, pero nos ha dado tiempo de disfrutar de un buen
paseo por sus callecitas, sentarnos en una plaza a tomarnos un helado y subir a la torre del reloj.
Esta torre del siglo XV, llamada Beffroi, está construida en piedra hasta un balcón
perimetral y de madera y pizarra hasta su terminación. Es interesante observar cómo
es por dentro, cuando acaba la escalera helicoidal de piedra, comienza otra de tramos
rectos de madera, que nos lleva hasta unas maravillosas vistas sobre los tejados de
Dinan. Se puede observar la maquinaria del reloj. Cada hora suena una melodía, así que
hemos esperado unos minutos y nos hemos tapado los oídos, porque las campanas
estaban allí mismo...
No se como se vivirá en estas casas medievales, imagino que estarán bien
acondicionadas hoy día para disfrutarlas, pero es muy difícil ver algún aparato de aire
acondicionado, placa solar, antena parabólica, o cosas por el estilo que estropeen la
estética en los tejados. Creo que a pesar de lo bonitas que me parecen, no soportaría vivir en una casa
donde todo estuviera torcido o descuadrado, algo muy corriente en este tipo de construcciones.
María, que a mi espalda no calla en ningún momento, me ha sorprendido hoy de nuevo. En la iglesia principal,
tras la ronda típica observando arcos y vidrieras, me dice, -papá, el señó ¿poqué tiene pupa?- y yo que no
entiendo le pregunto, a lo que me contesta, -¿poqué tiene pincho en la mano y en lo pie?-…
_________________________________________________16 Jueves
L
a gracia es que a veces te pregunta, porque ya sabe la respuesta. Hace un rato, mientras meditaba
sentada en el retrete, me pregunta, -¿esto que es?- señalándome la crema de las manos, que en navidades
refregó por toda la habitación, -la crema de mamá- le respondo y ella me dice, -y pa mi espaldita cuando
me pica-, otra anécdota, es que me ha preguntado durante el paseo por Eva, porque hacía rato que
estábamos los dos solos, y me dice que no la quiere, le digo que ella sí y me dice, -ya porque es mi
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