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Habían muchas lanchas atracadas en la zona, y parece ser que son atraques fijos, porque pagan por estar
allí para pescar, si se mueven, corren el riesgo de perderlo y las listas de espera para obtener uno de
estos puntos es de años…
El
Cabo de Ferre
, parada casi obligatoria por su interés
según la taquillera de la embarcación, ha sido una desilusión para
nosotros, quizás no lo hemos visto en el mejor momento, puesto que
rondaba la hora del almuerzo y hacía calor para caminar, pero
tampoco nos ha parecido que tuviera nada del otro mundo. Hemos
aprovechado para pasear hasta la base del faro, para después
volver por la orilla de la playa (ya que no existe paseo al borde del
mar), descubriendo cangrejos, mejillones, ostras y sorteando
barcos varados por la bajamar. Un paseo agradable, como en
cualquier playa de la zona. Si vais os aconsejo que subáis al faro, parece ser que se observan unas buenas
vistas de este pequeño mar interior, sus canales de circulación del agua en los cambios de mareas, sus
cientos de dunas (la de Pyla o Pilat, está justo al otro lado de la entrada a la bahía). Pero nosotros no nos
hemos animado a subir las escaleras…
Tras ver la duna, pagar los casi cuatro euros que costaba el aparcamiento y hacer los cuarenta kilómetros
que nos separaban de
Parentis in Born
, hemos hecho la compra en el “supermercado de los Mosqueteros”.
Ana, al llegar ha preparado unas lentejas para mañana no tener que cocinar de viaje, pero entre el sol que
le ha dado en la duna y el calor que hacía en la caravana mientras cocinaba, ha acabado agotada, pienso que
tiene un principio de insolación, esta tarde estaba con la tensión por los suelos… Menos mal que cuando ha
caído la noche y ha empezado a refrescar, se ha recuperado.
Hoy Eva se ha comportado como una niña mayor, se ha ocupado
bastante de su hermana y no ha dado un ruido. En cambio la
pequeña, ha estado más pesadilla, sobre todo en el barco. Pero
después te tienes que reír, porque tiene reflexiones de viejita,
las tendría que apuntar en el momento, porque después no me
acuerdo. Durante la visita, por ejemplo, no ha parado de decirme
mientras estaba plácidamente sentada en la mochila y colgada a
mi espalda, -papá, por la sombrita que tengo caló-, o en el coche
desde que se ha enterado que la voz del navegador corresponde a
Marta…-¿quién es Marta?-... cincuenta veces…
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Hoy el navegador nos ha llevado realmente por caminos por los que nosotros jamás hubiéramos tirado, al
elegir la ruta más corta, curiosamente ves más cosas, aunque al ser carreteras más malas, tengas que
bajar la velocidad. Ayer en cambio, en la autovía desde Burgos hacia San Sebastián, nos hizo perder media
hora desviándonos por un cruce que estaba recién hecho y sin señalizar… con la caravana… ¡que susto!, al
final retomamos otra carretera, recalculó la ruta y salimos del atolladero.
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