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los musulmanes y los católicos, construido de igual manera que estaba antes de su destrucción

durante la Guerra, sobre el rio Neretva.

Paseamos por el barrio Turco volviendo la cabeza y apoyándonos en la barandilla para

contemplar el Puente que durante la guerra destruyeron para separar dos mundos. Hoy sin

embargo, es el corazón histórico de la ciudad y nexo de unión de las culturas que un día se

enfrentaron.

Aunque no era un objetivo esencial, los que lo volaron supieron que bajo él había unos huecos

que si se dinamitaban, volaría en pedazos -informó un trabajador que conocía el hecho- como

así ocurrió, tiñendo el agua del Neretva de rojo.

Posteriormente, en su reconstrucción los ingenieros, después de mucho estudiar y analizar las

piedras que se recuperaron del lecho del rio, cosa que hicieron los húngaros, descubrieron que

el mortero empleado llevaba bauxita. Era un mortero que, dicen los expertos, era único en el

mundo: un mortero de color rosa.

El Puente se construyó sobre el cañón del río en el Siglo XVI (en el año 1556) por un arquitecto

Turco llamado Hatrudin. Pero la primera vez, el puente original se cayó al rio y el Sultán que lo

había encargado puso al constructor en la tarea de volverlo a hacer bajo la amenaza de la

decapitación.

Existe una leyenda que dice que los obreros, enfadados por la caída del puente, emparedaron

a la esposa del arquitecto en uno de los pilares.

En el Siglo XVII, se le añadieron dos torres, Halebija y Tara. Fue destruido el 9 de Noviembre de

1993 y volvió a emerger en Julio del 2004. Antes de su reconstrucción, España había hecho la

unión de las dos orillas del rio y hoy, a ambos lados del puente, hay sendas piedras con

inscripciones que dicen: “No se puede olvidar 1993”.

Lo destruyó la Artillería croata, a pesar de que el puente estaba cubierto por neumáticos y

alfombras, para que así pudieran pasar bajo este entramado los que iban a por agua, pues la

fuente estaba del otro lado.

El puente es el símbolo de que no debe haber más guerras y une las comunidades en conflicto.

No hay nadie ya por la calle y después de tomarnos una coca cola nos vamos a Campanile,

pedimos que nos hagan unos Sándwiches y nos quedamos un rato viendo como un grupo de

jóvenes sentados al lado ¡cantan de maravilla! Después a nuestra casita, que estamos solos en

el gran aparcamiento.

Día 4 MOSTAR