

De allí al Panteón (¡qué horror, nosotros lo hemos visitado casi a solas, ahora apenas puedes
moverte!), y luego a darnos un capricho comiendo unos deliciosos helados en Giolitti; nos lleva más
tiempo elegir entre sus más o menos 100 sabores que comérnoslos. Pasar por Piazza Colonna con su
columna de Marco Aurelio, volver a la Fontana di Trevi, y más
pizza al taglio
para comer; hoy
acertamos, comemos en el local del que la prensa romana ha calificado como “
il re de la pizza al
taglio
”, según vemos en recortes pegados en la pared, y está más buena y barata que ayer, y además
comemos sentados.
Paseo hasta el Foro Trajano y recorrido por la Vía dei Fori Imperiali, y de ahí al ghetto. ¡Qué gusto la
sombra en sus calles estrechas y tranquilas! Saliendo hacia el Tíber, veo un pequeño letrero que
anuncia un pequeño museo judío con entrada gratuita. No sé de qué va, ni qué hay, ni me importa,
pero seguro que dentro se está fresco: aviso al resto, y p’adentro.