

Esculturas, mosaicos, fuentes, bañeras, mausoleos… ya lo conozco pero lo disfruto igual; mi hija se
queda alucinada con algunas obras, como me pasó a mí la primera vez. Vamos por los pasillos pisando
mosaicos romanos en un estado de conservación increíble, que en cualquier otro sitio estarían
protegidos por veinte vallas. Aquí tienen tanto, pero tanto, tanto, que les da igual que miles de
personas pisen cada día aquellas antigüedades únicas.
Pese a todo, no puedo evitar (de nuevo) recordar con nostalgia mi anterior visita a los museos, fuera
de temporada. Había gente igual (los museos siempre están llenos, aunque la mayor parte de las
visitas van a piñón a ver la Capilla Sixtina y pasan del resto), pero al menos pudimos verlo todo. Hoy
hay salas enteras con el paso cortado, y sólo puedes ver su contenido de lejos. Por ejemplo, las salas