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Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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Rigny-Ussé
- Región: Centro (Francia)
- Departamento: Indre y Loira
- Habitantes: 505
- Altitud: 44 metros sobre el nivel del mar
- Coordenadas GPS: N 47º 15’ 06’’ – E 0º 17’ 50’’
- Ayuntamiento:
La tarde mejora definitivamente y el sol nos acompaña cuando llegamos al castillo de Ussé. El
aparcamiento que hay frente al castillo está a tope, al igual que los aledaños del mismo. En la
carretera que une Rigny-Ussé con Langeais, la Rue de la Loire, hay aparcadas dos autocaravanas
francesas. Como no vemos la posibilidad de aparcar por ningún lado, decidimos liarnos la manta a
la cabeza y dejar la autocaravana junto a un maizal. Eso sí, bien aparcada pero un poco retirada
del castillo. Que sea lo que Dios quiera.
Si cara nos pareció hace dos años la entrada al castillo de Chenonceau, no os digo nada lo que
nos parece el atraco por entrar a este. Los adultos 12€ y los niños entre 8 y 16 años pagan 4€.
Casi mil de los antiguos duros es lo que nos vale entrar a los tres. Se admiten opiniones… Ya que
estamos aquí, y dada la imposibilidad de ver el castillo sin pagar, decidimos hacer de tripas
corazón y abonar los 28€ no sin dejar de mirar a la taquillera con ojos asesinos aunque la pobre
mujer no tenga culpa de nada. Ella, tan amable como bella, sonríe mientras nos defecamos en los
difuntos familiares de los dueños del Chateau.
Nada más entrar, nos recibe un guía para hacer la visita en grupo. A mí particularmente, las
charlas que te sueltan en los sitios históricos me dejan generalmente frío, no sólo por lo que
cuentan estos guías, sino también lo que cuentan algunas guías, estas últimas de papel. No por
desinterés, sino porque se me hace complicado procesar fechas, hechos y nombres que acaban
en el olvido: me hago un lío y tengo poca retentiva, casi la misma que los peces: cinco segundos.
Las guías de viaje (las de papel), o los guías (los de carne y hueso) muchas veces quitan todo el
encanto de los monumentos al obligarte a memorizar la sucesión de algunos hechos que carecen
de interés, al menos para mí. ¿A alguien le importa si fue un doce de marzo del año mil
ochocientos y pico, el día que la reina rodó escaleras abajo, se lastimó el tobillo y se hizo una
brecha cuya sangre se puede ver en esa columna...? Además, la historia está adornada con
mucha fantasía por lo que me centro en aspectos prácticos, sucesos que realmente me ayuden a
comprender las cosas. Para mí la historia no es una partida de Trivial con los amigos un sábado
por la noche ni un examen de segundo de FP. De ahí, mi frialdad y desinterés hacia ese
tratamiento frívolo de la historia que casi siempre no aporta más que cifras y "batallitas".
Todo esto viene a cuento, de que cuando ya mis neuronas están para pocas florituras, con tanta
cifra, tanto nombre franco-germano-sajón difícil de pronunciar y menos de recordar, le pego una
vuelta de tuerca a mi cerebro y me pongo a jugar con la mente. Esto, que parece una idiotez, e
igual lo es, es entretenidísimo e invito a cualquiera a practicarlo: el método es sencillo; las
instrucciones y las normas las creas tú, siempre ganas y además es totalmente gratis, es
cojonudo. ¿Hay quien dé más? Es el juego de la imaginación histórica, un juego que admite
infinitas combinaciones, cualquier estado de ánimo: es el único y auténtico juego de rol.
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