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Londres y el sur de Inglaterra

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Por la calle Ronda aún podemos apreciar tramos de la

muralla; el resto nos acompaña sin ser vista, pues ya no

existe, hasta el Portal de Zamudio. La iglesia de los Santos

Juanes, la Plaza Miguel de Unamuno, con sus Calzadas de

Mallona que parecen subir al cielo, y por último la calle

Sombrerería que nos introduce en la Plaza Nueva.

A mediodía: Plaza Nueva, Ayuntamiento y Jardines

Albia

La Plaza Nueva es un buen lugar para descansar y ver pasar

la vida, ver pasar Bilbao. Bajo sus arcos tiendas y bares se

mezclan ante la mirada de Euskaltzaindia, Real Academia de la Lengua Vasca, para dar carácter a

esta plaza. Un reloj y el escudo del Señorío indican la antigua sede de la Diputación, y nosotros,

mezclados con los bilbaínos y bilbaínas, disfrutamos de este tiempo.

Por el arco de la calle Correo nos sumergimos de nuevo en plena vorágine comercial para llegar al

Arenal, jardines que son el corazón verde de la ciudad histórica y que invitan a asomarse a la Ría, a

disfrutar de sus paseos y fuentes. Al fondo, el Ayuntamiento que mira hacia el Ensanche de Bilbao.

Cruzamos el Puente del Ayuntamiento hacia la Plaza Venezuela, sin perder de vista la estatua del

libertador, Simón Bolívar. Nos acompañan grandes edificios eclécticos por la calle Buenos Aires y

Colón de Larreategui hasta los Jardines de Albia

donde pararse es obligado. Cualquier esquina de

Bilbao invita a comer, cualquier hora es buena

para hacerlo, y el Ensanche es muy buen lugar

para disfrutar de una cocina que en Bilbao es

arte.

Por la tarde: Ensanche y Guggenheim

Por la Alameda Mazarredo atravesamos Ledesma

y sus bares para llegar a la Gran Vía, arteria

comercial de la ciudad. No solo nos

rodean tiendas, también los grandes bancos

ocupan su espacio, pues alguno de ellos nació en

esta villa. Palacio Foral, sede de la Diputación de

Bizkaia nos indica el camino hacia la Plaza

Moyúa.

“Los fosteritos” enmarcan la entrada a esta plaza, centro neurálgico de la Gran Vía. Nos acercamos a

su fuente para poder admirar los radios que confluyen en ella. Montaña y ciudad, clásico y moderno,

todo en uno. Por la Alameda Recalde nos dirigimos hacia el Puente de la Salve y el nuevo arco rojo