

Londres y el sur de Inglaterra
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guardan la Ley y la Justicia hechas piedra. La balconada mira al puente y al Ensanche sobre la
Variante Ovoide de Jorge Oteiza y la Ría.
Zubi Zuri
El Campo Volantín nos acerca al arco del Zubi Zuri, el Puente Blanco, inconfundible obra de Calatrava.
Palacios de otros tiempos han ido dejando espacio a casas que miran la Ría entre el follaje de los
plátanos. Tras subir al puente y cruzar la Ría sobre el cristal, nos acercamos a las Torres de
Isozaki, que nos muestran el Ensanche.
Puente de la Salve
Desde el Paseo de Abandoibarra podemos admirar en la distancia la decoración neo barroca del
Palacio Olabarri, en la otra orilla, y la inmensidad del Puente de la Salve que coge el nombre de
tantas oraciones de tantos marinos mirando la Basílica de Begoña y la Amatxu. Sobre el puente un
ojo de luz nos muestra la entrada de Bilbao y nos anticipa la soberbia arquitectura de titanio, cristal y
acero.
Pasarela Pedro Arrupe
Cruzando entre las patas de una araña-madre y viendo el fuego reflejarse en titanio y agua, el Museo
Guggenheim Bilbao es un barco que nos conduce al Paseo de la Memoria, con farolas como proas y
obras de arte, para no olvidar lo que fuimos. El puente más joven sólo permite caminar sobre madera
y acero, para recordar a un ilustre bilbaíno que desde la religión se hizo universal: Pedro Arrupe.
Puente de Deusto
La universidad de Deusto, literaria junto a la Ría y comercial en un jardín, llega hasta el puente, que
aún espera ser abierto para dejar pasar los barcos, camino de los viejos amarraderos o la gabarra
cargada de la ilusión de un pueblo que siente deboción por el Athletic de Bilbao. La Torre Iberdrola,
sobre nosotros, señala el cielo de Bilbao.
Puente Euskalduna
Los astilleros dan nombre a todo: Euskalduna. Palacio para parecer un barco, esperando ser
terminado y lleno de cultura y visitantes. Puente que une dos viejas anteiglesias: Abando y Deusto,
cruzando por encima del Museo Marítimo y de los barcos que descansan en sus diques secos. El
último puente de Bilbao tiene dos guardianes que despiden a la Ría en su camino hacia el Golfo de
Bizkaia: el Edificio del Tigre en Deusto y la Grúa Carola en los diques del Museo Marítimo.
Cami no de l nor t e
El Camino Primitivo o Camino del Norte aún guarda el verdadero espíritu de las peregrinaciones que
lo recorrieron hacia un destino físico o hacia uno mismo. Por esta Villa de Bilbao ya pasaban antes de
que fuera villa los peregrinos hacia “el Finisterre”, hacia el fin del mundo conocido y a partir del siglo
IX hacia Santiago de Compostela. La propia Basílica-Catedral de Nuestro Señor Santiago nos recuerda
dónde conduce este camino, al que
Bilbao está ligado incluso antes de haber
nacido.
Basílica de Begoña
Bajando por las laderas que cierran el
Botxo, tras haber dejado a nuestras
espaldas y en nuestro recuerdo el Valle
del Txorierri, encontramos a nuestros
pies Bilbao. Por las laderas vemos cómo
parece deslizarse hacia las cumbres los
barrios que no encontraron espacio en el
fondo del valle para crecer, ya que
llegaron tarde; y en un altozano, en
Artagan, divisamos la Basílica de