Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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De Gengenbach dicen que es una ciudad muy turística. Yo no tengo esa sensación. Es posible
que el día no invite a la visita de muchos, sigue lloviendo a ratos y no se ve movimiento, y de ahí
quizá, esa subjetiva impresión. El caso es que salvo la excursión folclórico-festiva del minibús de
japoneses, sólo con un par de docenas más de visitantes como nosotros nos cruzamos por el
pueblo. Y lejos de ser un aburrimiento, es una bendición.
Una torre color de miel, que se hace lejana y cercana sin saber muy bien por qué, corona y
domina la Ciudad de Gengenbach: hay murallas o fortalezas, que si las miras de lejos parecen
grandes, pero cuando te acercas son imponentes, y no por su tamaño, que también, sino por su
desmesurada belleza. La de Oberturm Haigerach, en la parte final de la Victor Kretzstrasse es de
talla única, la mires desde donde la mires. Desde sus balconadas de madera, a las que se accede
por una estrecha escalera, se tienen las mejores vistas de la Marktplatz que está a escasos 200
metros.
En el otro extremo, la Kinzigtortum, la torre más alta de la ciudad y que también forma parte de la
muralla defensiva. Como toda torre que se precie, esta se usaba en su día para avisar de los
incendios y dar la hora a los habitantes de la villa. Por ella se accede al casco antiguo y era la
entrada principal.
Paseando por el interior del casco histórico, en sus anárquicas y estrechas callejuelas, aún
habitan cientos de lugareños enamorados de su pueblo de postal.