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Al llegara la Viale de Vaticano, que es una calle que rodea toda
la Ciudad del Vaticano, vemos una inmensa cola que , precisamente
por esa calle, sube hacia el acceso a los museos vaticanos, sabemos
que el acceso con entrada anticipada, esta en otro lado, no obstante
impresiona ver una cola de mas de 2 kilómetros, con grupos de gente,
nuestro calculo es complicado de hacer, pero es fácil que estemos
hablando de 3 ò 4 mil personas,, por fin y tras sortear diversas obras,
llegamos a la fila que buscamos, también es considerable, entorno a
500 personas, pero la suerte se convierte en nuestra aliada, y cuando
llevamos no mas de 10 minutos en la entrada, nos llama un controlador
de accesos y nos dirige a nosotros cuatro, por lo que al final de la tarde
comprobaremos que es la salida de los museos, encantados de nuestra
buena suerte accedemos a las salas a las 10 y cinco, incluso antes que
las visitas programadas para las diez de la mañana.
Este adelanto nos permite disfrutar con calma de todo lo que
esconde este lugar, todas y cada una de las salas son dignas de esta
visita, de contemplar las maravillas que perduran al paso del tiempo y a
las barbaridades de los hombres, no sabría destacar un museo sobre los
otros, están distribuidos de un modo continuo y accedes de unos a
otros, por bellísimas escalinatas que forman parte de esta maravilla, el
paso de unos museos a otros esta siempre dirigida a culminar en la
Capilla Sixtina, pero es evidente que los frescos de los pasillos de acceso
son tan maravillosos que deslumbran a cualquiera, estos pasos se deben
hacer sin prisas, sobre todo viendo como todo el mundo se dirige con
rapidez sin percatarse de los frescos de este lugar, no tenemos prisa en
acceder , y la obra que ofrecen estos lugares son de admirar.
Cuando llegamos a la Capilla, tras un breve paso por andamios
que dan al exterior, imaginamos que por cuestión de obras, este lugar
esta como Atocha a las 7 y media de la mañana, si alguien tiene esta
experiencia, pues sabrá a que me refiero, unos conserjes van
repartiendo como pueden a los que vamos llegando, a derecha o
izquierda según se va viendo hueco, es un exceso de personas las que
permiten acceder, a demás piden silencio y “no foti”, evidentemente
en clara contraposición con el echo de dejar entrar a 100 o 150
personas en un espacio reducido, es evidente que todos comentamos
la maravilla de Miguel Ángel en el techo de este lugar y también es
evidente que a pesar del “no foti”, todo el mundo saca sus fotos
pertinentes, para inmortalizar esta visita.
Otro lugar que no se debe perder nadie.
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