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Hemos tomado la calle que bordea el Tiber, y creíamos que
estábamos mas cerca, la paliza a sido seria, pero por fin hemos llegado
a nuestro destino el Mercadillo de Porta Portese, es inmenso, con
diversas calles llenas todas de infinidad de puestos con todo tipo de
artículos, antigüedades, curiosidades, ropa y todo lo que se puede
encontrar en un mercadillo, realmente no merece la pena la visita y el
tiempo invertido, aunque resulta curioso y digamos que distinto, si lo
comparamos con el Rastro de Madrid, o con Candem de Londres, estos
ganan por goleada tanto en curiosidades como en expansión, no
obstante y sin quererlo hemos llegado a Porta Portesse, que es una de
las antiguas entradas de la ciudad y sus arcos son merecedores de mas
interés de lo que sugiere cualquier guía turística.
Es hora de comer y al salir de Porta Portese , tomamos un tranvía,
que nos lleva a la Vía di Torre Argentina, un lugar curioso y a tener en
cuenta, es un hallazgo arqueológico del Imperio, y que esta “cedido” a
los gatos, es el lugar donde los romanos depositan a sus mascotas, alli
existe una asociación que los alimenta, les busca familias adoptivas y les
castra, viven bien en este lugar los gatos romanos.
Decidimos comer en la zona, y justo al inicio de la Via del
Cestari, nos encontramos con una Trattoria que nos da buena pinta,
además hace una mañana agradable y
nos sentamos fuera, buen servicio, y muy
buena pasta, también tentados por la
vista de otras mesas, Marta y yo nos
pedimos una pizza de champiñones y
cebolla, que estaba realmente exquisita,
con masa muy, muy fina, una de las
modalidades posibles.
Tras comer nos ponemos de nuevo en marcha, sin rumbo
fijo, así que llegamos al Coliseum, y paseando por la Vía del Fori Imperiali
(algo así como la pequeña Gran Via de Madrid) llegamos al imponente
“altare de la Patria” , este es uno de los nudos importantes de trasporte
publico de Roma, y decidimos tomar un bus que nos pasee, así
reposamos la comida, el bus va dirección a “Termini” , que es Atocha
de Roma, ascendemos con el bus por otra de las colinas romanas,
siguen apareciendo a nuestra vista muchos pequeños y grandes
palacios, algunos con fachadas realmente trabajadas y dignas de
admirar, también surgen aquí y allá, distintas Iglesias, nuestro objetivo es
visitar la Basílica de Santa Maria Maggiore, no obstante el bus nos deja
justo frente a Roma Termini, así que antes de bajar hacia Santa Maria,
nos encaminamos hacia Santa Maria degli Angeli e dei Martín, también
es un precioso lugar, aunque eso si lleno de gente durmiendo a su
alrededor, lo que da la sensación de inseguridad.
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