Bolena, mirador desde el que se contempla la torre. Ha parado de llover e incluso
parece que sale el sol.
Digo parece porque cuando llegamos al lago comienza a llover a mares y ya no
parará casi en todo el día. El camino de vuelta al coche es por otro lado, rodeando el
recinto. Atravesamos una valla que nos advierte del peligro: ciervos sueltos. Mientras
subimos una colina en medio de un diluvio, una manada de ciervos refugiada bajo un
árbol, nos mira sin mucho interés.
Como sopas llegamos a la entrada y ahora sí, está repleta de gente. Entramos
en la cafetería a reponer fuerzas y tomar un café con algún pedazo de tarta, de
chocolate por supuesto….
Por fin sale el sol, durante el camino de vuelta al camping. Llegamos bastante
tarde porque hay mucho tráfico. Nuestra idea es comer y coger el bus hasta York
(pasa justo delante del camping)
En la parada comprobamos que el próximo pasa a las siete, demasiado tarde
para nosotros. Cogemos el coche y nos desplazamos al
Park and Ride
cercano al
lado de un Tesco. Cada poco pasa un bus así que cogemos el primero. 4 libras dos
personas y niño. Nos lleva al mismo centro.
York
es una ciudad pequeña con una parte medieval, empedrada. Se recorre
bien a pie. Mientras buscamos la catedral, comienza de nuevo a llover, cada vez más.
Nos refugiamos dentro. Allí, los turistas pululan por todas partes. En una
capilla central, no accesible al público, canta un coro acompañado de órgano. Todos
uniformados como de monaguillos….
Al fondo de la nave central, un ruido llama nuestra atención .. y la de todo el
mundo.
Un enorme chorro de agua se filtra por alguna torre y cae sobre el techo de una
especie de recinto de madera con ventanales de cristal. Los propios del lugar no se
inmutan mucho.
Un cartel reza que la iglesia se sostiene sin fondos estatales. Tal vez haga falta
un esfuerzo para arreglar las goteras.
El ruido del chaparrón se incrementa y se convierte en una improvisada
atracción para los que recorremos la catedral.
Salimos y continúa lloviendo. En un momento que parece en calma salimos en
busca de las
shambles
, casitas de adobe y madera, típicas del barrio de los carniceros.
En la zona hay tiendas para turistas y algún que otro restaurante. Todo está ya
cerrado, aunque no es de noche, lo parece. Antes de irnos entramos en una pequeña