

Después de las compras, salimos del parking y nos echamos a la
carretera. Tras una hora de camino en un bonito día primaveral que bla, bla,
bla....!cielos! de repente, Pati se da cuenta de que se había dejado el bolso
colgado de la percha del servicio en el parking. Media vuelta y, una vez
llegados, demostrando su capacidad políglota, consigue recuperarlo íntegro.
Por culpa de este pequeño incidente y, tras el retraso sufrido, abandonamos la
idea de visitar la zona de los schwäbisch (cordillera al este de Heidelberg) y
ponemos rumbo sur hacia Maulbronn donde visitamos una inmensa abadía
que, según parece, es patrimonio mundial de la UNESCO, eso sí, tras el
acostumbrado paso por caja.
Después de unos cuantos kilómetros y montarnos un pequeño lío en las
autopistas cercanas a Stuttgart, conseguimos llegar a Tübingen ya con la
noche encima.
10:30 Cenamos y a la cama.
DIA 6: Jueves 21
9:00 Comienza la mañana con el ritual habitual, a saber: ducha,
desayuno, recoger, cargar... con el paso de los días, vamos mejorando de
media de tiempo necesario hasta quedar estabilizado en +/- 1 hora.
Hacemos una corta visita por el pueblo, donde lo más destacado es la puerta
renacentista de entrada al castillo, y tras los habituales repasos de mapas,
planos, folletos y demás información, cogemos la carretera llamada
schwarzwaldstrasse (carretera de la Selva Negra) y, como dice la bonita
canción: “voy cruzando ríos, cruzando bosques, siempre cantando, todo verde
me invade porque a Galicia ya estoy llegando...”, hasta llegar a un lugar que
podríamos calificar de paradisíaco: el río remansado con la gente tomando el
sol en sus verdes orillas, todas ellas rodeadas de un tupido bosque de pinos,
abetos, hayas, etc. salpicado por prados de un verde inmaculado en los que no
hay una brizna de hierba más alta que otra, luce el sol, los pájaros cantan...en
fin una monada. Sólo falta para completar el cuadro un bonito restaurante con
una terracita y, tras la primera curva, aparece el lugar soñado. Paradita para
comer y nos ponemos morados con la increíble gastronomía alemana (pastel
de cebolla, ensalada de salchicha, albóndigas de carne, cerveza en
abundancia...)
Después de reposar esta opípara comida a un precio bastante razonable,
carretera en subida hacia el Mummelsee, un lago de origen glaciar en el que
hay muchos bares e infinidad de viejecitos paseando y tomando el sol. Le
damos la vuelta por un senderillo para después tirar monte arriba, hacia la
cima, en la que hay una torre-observatorio. Luego de media horilla caminando
cuesta arriba, llegamos a los pies de la torre y, como no:1 euro por cabeza
para subir, pero llegados hasta aquí...La vista desde arriba promete, pero una
densa calima no nos deja ver muy lejos.
Una vez abajo continuamos carretera, siempre entre bellos bosques y
prados, llegamos a Allerheiligen, donde se encuentran las ruinas de un
monasterio y unas cascadas que, según indica un letrero, están a 10 min.
caminando. En ir y volver tardamos casi una hora y se suben y bajan infinidad
de escaleras, pero el paseo merece la pena.
Ya en la carretera y a los 3 km. de arrancar, pasamos por delante de un
parking que está justo a 100 mts. de las cascadas ¡hay que jod...!