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18:30 Camping a unos 5 km. de Freudenstadt, en medio del bosque,

metido en una vaguada y divido en dos por un río, con lo que la humedad y el

frío se hacen realmente patentes.

20:00 Montado el campamento, bajamos al pueblo, en el que hace

bastante más calor. No tiene nada digno de admiración, pero encontramos un

bar con una bonita terraza (biergarten). Le damos un poco al líquido elemento

(que no es agua, precisamente) y tras un largo paseo para bajar las alegrías,

vuelta para el camping, una sopita y a la cama. ¡Jod.. que frío hace!. Pati se

abriga bien pero yo voy de machote y paso una nochecita que...

DIA 7: Viernes 22

Después de una fría noche, me levanto congelado. Pati se cachondea de

mi, pues ella tuvo la precaución de dormir bien abrigada. Una vez conseguida

recuperar la circulación de los pies y tras el rito habitual, a eso de las 10 nos

ponemos en marcha para continuar por la schwarzwaldstrasse.

11:30 Abadía de Alapisbach. Nos cobran 3 euros por barba para entrar y,

una vez dentro ....¡está vacía! Hay un grupo de visita y la guía debe estar

diciendo cosas muy interesantes, pues se para delante de cada piedra. Como

es en alemán, Pati aún pilla algo, pero yo no me entero de nada.

Seguimos camino, siempre pasando por bellos pueblos de calles con casitas de

entramado y animadas plazas.

12.45 Como empieza a apretar el calorcillo, paramos en un área de

descanso al borde de la carretera y aprovechamos para poner a secar el doble

techo de la tienda, que habíamos guardado empapado por el rocío de la noche

anterior, ponernos ropa de veranito y comernos un riquísimo zwiebelkuchen

(pastel de cebolla) que habíamos comprado en el pueblo.

13:45 Parada para repostar. Como soy así de hábil, cojo la manguera de

los camiones y, de un pequeño taller, sale un paisano que, entre risotadas y

con mucho cachondeo, me advierte de mi error. Nos reímos con él y nos

despide, muy feliz, tras pagarle la cuenta.

14:30 Llegamos a Gutach para ver su famoso museo de casas

tradicionales. Muy amablemente, en la entrada nos dan un folleto explicativo

en castellano y nos tiramos más de tres horas para verlo (el museo, no el

folleto). Son casi todo casas de madera, de unas dimensiones descomunales,

que desmontaron de su ubicación original y volvieron a montar tal cual. En

alguna incluso parece que todavía viva gente. Es un sitio que realmente

merece la pena.

17:00 Camino de Triberg, pasamos por al lado de un gigantesco reloj de

cuco, que por el módico precio de 1 euro se pone en movimiento, haciendo

sonar una divertida música de organillo.

17:45 Llegada a Triberg. El pueblo lo vemos de pasada y nos vamos

directamente a ver las Tribergwasserfällen, que parece se que son las cascadas

más altas de Alemania. En el aparcamiento, una amable viejecita nos regala su

ticket del parquímetro, pues ella ya se va y es una pena desperdiciarlo.

Para subir a las cascadas -previo paso por caja- hay un bonito paseo, entre un

tupido bosque y atravesando el río por idílicos puentes de madera, mientras

nos salen al paso simpáticas ardillas. No es que sea el Amazonas

precisamente, pero es un bello espectáculo.