

DIA 11: Martes 26
8:30 Nos levantamos y, como el día no acaba de estar muy bueno,
decidimos abandonar la Romantischestrasse y acercarnos a München, ya que
se está celebrando la famosa Octoberfest.
Estamos tan sólo a 50 km. por la autopista y llegamos bastante rápido.
Con la ya conocida pericia orientativa, dejamos el coche en un aparcamiento
del centro, de lo que luego nos arrepentiríamos, como ya contaré más
adelante.
11:00 Nos damos una vuelta por el centro de Munich, y lo poco que
vimos tampoco nos parece nada del otro mundo (ya llevamos vistas muchas
iglesias y casitas) y, callejeando un poco, enfilamos hacia el recinto ferial al
que tardamos en llegar más de media hora, atravesando una zona en la que
había por lo menos 4 hospitales. (No se si están ahí por casualidad o por que
está la feria al lado).
12:00 Entramos en la Octoberfest y nos quedamos alucinados. Hay
montado un parque de atracciones que me río yo del de la Warner, con tres
montañas rusas, una noria gigantesca, infinidad de tiovivos, etc. Después de
centrifugarnos varias veces en algunas de las atracciones, decidimos volver a
poner el estomago en su sitio en las carpas de las cervecerías. Estas son del
tamaño de un campo de fútbol,(caben unas 2000 personas), con mesas y
bancos de madera, banda de música en un escenario enorme y una bonita
decoración. Una vez sentados, vino una amable teutona, a la que pedimos la
cerveza y algo de comer. Al poco rato regresó equipada con unas enormes
jarras de 1 litro (no hay más pequeño) y un inmenso plato lleno de salchichas
con repollo cocido. Mientras meneábamos la mandíbula, la orquesta tocaba
bellas canciones regionales, que la gente coreaba con entusiasmo y, unidos a
la fiesta, continuamos así un largo rato, entretenidos con el ambiente festivo
que se respiraba.
Rematada comida y bebida, y tras una calurosa despedida de nuestros
compañeros de mesa, decidimos poner camino de nuevo hacia el centro, para
recuperar nuestro coche, pero esta vez regresamos en metro, más rápido y
descansado que el paseito de ida.
16:06 En la caja del aparcamiento me soplan 15 euros, cobrándome 3
tan solo por los seis minutos que pasaban de las cuatro, a lo que ponemos cara
de incrédulos, pero que le vamos a hacer. Cómo el litro de cerveza empezaba a
apretar pidiendo pista de despegue, le preguntamos al de la caja dónde estaba
el servicio, a lo que nos responde que en un aparcamiento no tienen por que
tener. Cuando miro para Pati, pone cara de loca y, abalanzándose sobre la
ventanilla, empieza a echarle una bronca (en un perfecto alemán) que el tío
acabó ofreciendo el servicio de empleados, a lo que Pati y su orgullo latino se
negaron. A todo esto, yo miraba la escena alucinando sin saber que hacer.
Una vez tranquilizada la fiera, salimos del aparcamiento medio muertos de
risa, de ganas de mear y alucinado de lo bien que Pati habla alemán cuando se
enfada...
16:40 Parada en una providencial área de servicio (nunca mejor así
llamada).
Después de la “migitoria” pausa, y con cara de alivio, proseguimos
camino hacia Augsburg, para retomar la Romantischestrasse, dónde
encontramos camping sin más problemas de los habituales. Paseito por la