

DIA 10: Lunes 25
8:30 Toque de diana. Tras la rutina habitual, nos vamos hasta Füsen,
donde comienza la Romantischestrasse, vemos un poco el pueblo, y
continuamos hasta Schloss Neuschwanstein, uno de los castillos de Luis II de
Baviera “el rey loco”. Pienso que debe ser el lugar más fotografiado de
Alemania (no sólo por que esté lleno de japoneses).
12:00 Aparcamos y vamos a sacar las entradas para visitar el castillo, y
nos dan vez para las 14:35, con lo que decidimos meter los bocatas en la
mochila y tirar para arriba, pues las taquillas están a unos 45 minutos andando
del castillo. Como somos así de vagos, subimos en autobús, que nos deja
todavía a cierta distancia, pero justo en un camino que conduce hasta un
puente metálico, por detrás del castillo encima de un bonito acantilado. Hay
tanta gente que resulta casi imposible sacar una foto, ya que este encuadre es
el típico de las postales con el castillo en primer término y un bonito valle lleno
de lagos y prados por detrás. Lástima que estaba bastante nublado. Comemos
los bocatas en un banquito del camino al lado de una fuente. Ya en el patio del
castillo, hay unos letreros, como los del supermercado, que van poniendo el
número de turno y, con asombrosa puntualidad, entramos.
Una vez dentro, nos dan unos teléfonos que nos van explicando todo
según vamos viendo las diferentes dependencias. No hay como ser rey y estar
loco para hacer lo que a uno le de la real gana, nunca mejor dicho.¡Hay incluso
un pasillo con forma de cueva!
Salimos del castillo y decidimos bajar andando por un camino que nos
deja justo al lado del coche.
En marcha por el valle antes citado, siempre con la silueta del castillo de
fondo. Paramos para hacer una curiosa foto: un prado con un montón de
calabazas de todas las formas, tamaños y colores. Al lado, un letrero con una
foto de cada una de las especies y su precio junto a una hucha para ingresar el
importe de lo que cogieras, y esto también pasaba en otros prados, pero con
flores en vez de calabazas... ¡como para hacerlo aquí, a ver lo que duraban las
calabazas y la hucha!
Continuamos carretera, rumbo norte, pasando por algunos pueblos, cada
uno con alguna curiosidad, hasta las inmediaciones de Landsberg am Lech, que
ya no visitamos porque empezó a llover bastante, circunstancia que
aprovechamos para hacer la colada en la muy bien equipada lavandería del
camping, pues la ropa limpia empezaba a escasear.