

trattorias con buena pinta. En una terracita, un monje franciscano, con su hábito y su voto de pobreza
(la orden se distingue por eso), se toma un vino tranquilamente. Sí, la Iglesia siempre sufriendo…
En fin, Asís ya está visto. Bonita sorpresa. Es hora de comer y la hora del fin de aparcamiento libre se
acerca, hay que irse. A buscar restaurante.
Abajo está la zona nueva, algo habrá. Pues sí, hay un McDonald’s. No es lo que habíamos planeado,
pero empieza a hacerse tarde y tampoco encontramos muchas alternativas por aquí. Pues venga, ahí
mismo, llenaremos el estómago.
Este McDonald’s es un McDonald’s como los que puedes encontrar en España, en Francia, en
Inglaterra, Alemania o en cualquier otro país. Es decir, un sitio idéntico a los demás donde pides, pagas
y te sirven la misma cataplasma de siempre en cuestión de minutos. Un McDonald’s como todos,
excepto el de la Piazza di Spagna de Roma, al que vas a comer y terminas merendando. Quizás tuvieron
un mal día…
Con el estómago lleno, volvemos hacia el camping. Es temprano, pero no hay mucho más que ver por
aquí en un entorno más o menos cercano, teniendo en cuenta que hacia la Toscana ya lo tenemos
trillado. Podemos pasear por los pueblecillos en torno al lago, pero por lo que vimos ayer cuando
fuimos a comprar tampoco era muy diferente a pasear por la orilla del lago en el propio camping. Así
que decidimos volver y pasar la última tarde tranquila antes de volver a la batalla. Porque mañana nos
iremos a Venecia.
Franciscano renovando el
voto de pobreza