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Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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Trier (Tréveris)
- Estado: Renania-Palatinado (Alemania)
- Habitantes: 103.518
- Altitud: 130 metros sobre el nivel del mar
- Coordenadas GPS: N 49º 45’ 13’’ – E 6º 38’ 46’’
- Ayuntamiento: Am Augustinerhof
Tras volvernos locos para encontrarla, a las 18:30h llegamos al área de autocaravanas que hay a
las afueras de Trier, junto al río Mosela y a escasos metros del McDonald’s. El área es de pago a
partir de las seis de la tarde (se abonan 6€ por la pernocta); la luz se paga aparte en una diabólica
maquinita tipo parquímetro de zona azul. El precio es de 0,60€ el Kw. Digo lo de diabólica porque
además de que las instrucciones están en alemán e inglés y después de pelearme un rato con ella
y tragarse 4€ resulta que nuestro enchufe es el único que no funciona. Gracias a unos asturianos
que les ha ocurrido esta mañana lo mismo que a nosotros, podemos enterarnos del problema y
conectarnos a otro borne junto a ellos. Para que os hagáis una idea, con 5€ tenemos suficiente
para lo que queda de día y hasta las 13:00h de mañana. Para cargar y descargar aguas, se
pueden usar los servicios de los que dispone el camping adyacente ya que el propietario es el
mismo. Por cierto, no se me olvidan los 4€ que se ha tragado, mañana cuando pasen a cobrarnos
se los reclamo, faltaría más…
Se me olvidaba. Tal y como leí en un relato de Iñaki Calvo, a unos pocos metros de esta área hay
un P+R que creo que es gratuito. No había muchas autocaravanas cuando hemos pasado por él
pero no parece mal lugar. Os lo digo por si no queréis pagar por pernoctar.
Una vez acoplados en el área, y tras los 690 kilómetros de hoy, de forma unilateral por mi parte,
decido no salir y descansar lo que queda de tarde; como Javi no está muy convencido de
aburrirse toda la tarde, e Inma le secunda, intentan persuadirme. ¡Madre e hijo están de acuerdo
por una vez en la vida! Lo que son las cosas, como ellos no conducen… Tras darme una
reconfortante ducha y quitarme unos cuantos kilómetros de encima, creo que me veo con fuerzas
(pocas) para satisfacer los deseos del resto de la tropa que, unida contra mí, está plenamente
convencida de la bonanza del paseo para rebajar mis colesteroles y mis triglicéridos. Restaurados
como si fuésemos de playa, vamos a dar una vuelta por Trier para una primera toma de contacto.
El cielo se nubla en tonos grises de agua. ¡Inma coge un paraguas, por favor! ¡Javi, hijo, el
chubasquero! Yo me conformo con mojarme poco si llega el caso. Hasta el paraguas me estorba.
Bordeamos el Mosela y en cuarenta y cinco minutos interminables llegamos andando al centro de
la ciudad. Posiblemente si hubiese sabido la distancia real desde el área hasta aquí, me lo habría
pensado unas cuantas veces. Aún así, creo que merece la pena. El que no se consuela es porque
no quiere.
Hay ocasiones en que la llamada de la cultura se escucha fuerte en la mente de los viajeros como
nosotros. Ya no basta con visitar museos o recorrer el centro histórico de alguna ciudad europea.
Llega un momento en que es necesario ir a las fuentes mismas de la cultura, a la cuna de la
sabiduría y una excelente opción para alcanzar esto es Tréveris, Trier en Alemán. Este milenario
lugar fue fundado por los romanos en el año 16 a.c., muy a pesar del dueño de una de las casas
históricas más bonitas de la Hauptmarkt, la Casa Roja, que osó poner en su fachada una curiosa
inscripción esculpida en latín: "Ante Roman Tréveris Stetit Annis Mille Trecentis".
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