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Decidimos cenar y para casa. Pero es muy pronto. Por lo menos vamos a esperar a que sean las 8.

Queremos probar la pizza napolitana, y dejar Nápoles lo antes posible. Localizamos cerca de allí una

de las pizzerías que hemos visto como más recomendadas, y hacemos tiempo hasta que dan las 8, que

ya es una hora razonable para cenar en cualquier sitio que no sea España. Entramos sobre las 8 menos

10 y somos los primeros, pero es como cuando entras a un restaurante español a las 2 menos 5: estás

solo, pero en 5 minutos empieza a llenarse. Aquí igual, a las 8 empiezan a llegar italianos. Al menos, si

los napolitanos lo frecuentan será que hemos acertado con el sitio, que aquí la pizza es cosa sagrada.

La verdad es que la pizza es grande y barata. Si no recuerdo mal, por 20€ nos ponen 4 pizzas (son

individuales, aunque grandes): 2 margaritas y 2 marinaras, para probar los dos estilos napolitanos. No

hay más. Sabemos que en Nápoles echarle algo más a la pizza es cosa de guiris, aunque sí nos hubiera

gustado probar la pizza frita, pero aquí no hay. En otra vida será, porque, al menos yo, a Nápoles no

vuelvo.

Toda ciudad tiene su lado fotogénico: la plaza del Plebiscito, en Nápoles.

Le pizze napoletane: due

margheritta e due marinara.