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Día 7 – Pompeya

Hoy toca Pompeya. Toca ponerse el equipo de combate y prepararse para la guerra contra el sol y las

piedras: zapatillas de deporte con calcetines, gorra, gafas de sol, y mochila con agua. ¿Preparados?

Preparados. Salimos dispuestos a todo, cruzando la puerta del camping (la entrada a las ruinas está al

otro lado de la calle) como los de Reservoir Dogs.

Una pequeña espera en las taquillas (no hay casi nadie, pero cada vez que llega un guía tiene prioridad

y se cuela; y hay muchos guías) y para adentro. Los menores no pagan, y ni siquiera nos piden la

documentación de la mayor para asegurarse (en el Vaticano sí lo hicieron); esto es Nápoles, aquí todo

es laxo.

Busco y rebusco los libros guía gratuitos que teóricamente tiene que haber a la entrada. Pues no hay.

Por los 15€ que pagas por persona, sólo te dan un mísero mapa. Menos mal que uno es previsor y me

bajé la guía en pdf y la llevo impresa y encuadernada. Inicialmente parece una gran guía: 148 páginas,

muchas fotos y muchas letras. Luego me doy cuenta de que lo verdaderamente difícil es gastar tantas

páginas para hacer una guía tan mala; pero al menos sirve para tener un listado de todos los sitios de

interés, y de esta forma montarnos nuestro propio recorrido al margen de los preestablecidos.

La visita exhaustiva, que llevaría unas 9 horas, la hemos descartado: Roma nos dejó muy machacados.

Entre los itinerarios recomendados, los hay de 2, 3, 5 y 7 horas. Descartamos también el de 7, pero 5

nos parece correcto: hemos entrado nada más abrir, será ocupar toda la mañana. Al final, resulta que

esas horas deben estar contabilizadas para ir en visita guiada, que se enrollan mucho en cada sitio.

Gracias a nuestra guía en papel hacemos nuestro propio itinerario combinando un poco de todo, y

creo que vemos más o menos el 80% incluyendo los edificios más interesantes.

Pompeya merece la pena. Ya lo sabíamos, pero se confirma. Bueno, yo quizás esperaba un poquito

más, en cambio Mari Jose esperaba menos y le entusiasma, cuando el principal amante del mundo