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Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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“Si el camino de Berlín fuese abierto, no sería una división de voluntarios españoles la que allí
fuera, sino que sería un millón de españoles los que se ofrecerían para defender la capital del
Reich”.
En septiembre de 1944 se creó un campo de trabajo para mujeres, con el primer transporte de
prisioneras procedentes de Auschwitz, Ravensbrück, Bergen-Belsen, Gross-Rosen y Buchenwald.
A comienzos de abril de 1945, más de 2.500 prisioneras procedían de los subcampos femeninos
de Amstetten, St. Lambrecht, Hirtenberg y Freiberg (un subcampo de Flossenburg).
A partir del campo central de Mauthausen, y debido a la continua llegada de prisioneros, se fue
desarrollando gradualmente y de manera reforzada desde el año 1943, un complejo sistema de
campos anexos que los alemanes llamaban “Kommandos”, a los cuales los prisioneros eran
distribuidos y forzados principalmente al trabajo en la industria de armamento. Uno de ellos fue el
de Gusen, a tres kilómetros del central de Mauthausen. Si las condiciones de vida en Mauthausen
eran calamitosas, en el campo de Gusen eran aún peores
.
Era un lugar de exterminio rápido al
que se mandaba a los internos que ya no tenían fuerzas para seguir trabajando. Allí acababan en
la cámara de gas y en los hornos crematorios encendidos día y noche. El espeso olor de la carne
quemada impregnaba el campo y sus alrededores.
Los subcampos más importantes de este complejo eran: los 3 subcampos de Gusen (26.311
internos), Ebensee (18.437), Gunskirchen (15.000), Melk (10.314), Linz (6.690), Amstetten
(2.966), Wiener-Neudorf (2.954), Schwechat (2.568), Steyr-Münichholz (1.971), Schlier-Redl-Zipf
(1.488).
Algunos de los deportados, extenuados por el trabajo, ya no llegaban a la prisión terminal de
Gusen porque eran eliminados en el propio Mauthausen con una inyección de bencina en el
pecho, o en el llamado "camión fantasma" que servía de ambulante cámara de gas.
Tras la visita al campo del jefe de las SS Heinrich Himmler, fueron tratados con especial crueldad,
y entre 1941 y 1942 miles de ellos perecieron en aquel infierno. En el momento de la máxima
"ofensiva", llegaron a morir unos 3.000 en un periodo de sólo tres meses. La mayoría lo hizo en el
campo anexo de Gusen, donde en un solo día perdieron la vida setenta españoles.
Con la llegada masiva de prisioneros soviéticos, fueron éstos - junto a los judíos - las víctimas
preferidas de los nazis, y para ellos se creó un segundo campo en Gusen. Paradójicamente el
ensañamiento con los nuevos deportados rusos alivió algo la situación de los españoles.
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