Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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Cuando todo había terminado, los escalones estaban cubiertos de cadáveres, heridos agonizantes
y trozos de miembros arrancados.
La cantera se encontraba situada a poco más de un kilómetro del campo central y constaba de
una superficie circular de unos 300 metros de diámetro rodeada por grandes muros. Allí se
encontraba la escalera de granito, que en junio de 1941 contaba con 160 rocas. En 1942 la
escalera pasó a tener 186 escalones de desigual altura. El trabajo más penoso de los allí
destinados consistía en subirla cargados con grandes piedras de más de 30 kilos. Largas hileras
humanas emprendían cada mañana la ardua y terrible tarea de ascender en varias ocasiones la
infernal escalera, mientras recibían culatazos de los alemanes. El ruido de los zuecos de madera
golpeando cada escalón (alguno de hasta 40 centímetros de altura) martilleaba en sus cabezas
igual o más que los martillos neumáticos con los que desprendían las piedras de las paredes.
Era frecuente comprobar cómo los guardianes se divertían obligando a los prisioneros a dar media
vuelta y repetir la subida cargando la misma piedra. Los más débiles sucumbían pronto. Algunos
optaban por despeñarse desde una altura considerable de la escalera para poner fin a sí a su
calvario.