Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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La imponente puerta del patio de cocheras, de madera, muy grande, aún conserva los hierros que
soportaban la imagen del poder nazi, un águila enorme que sujetaba con sus garras la cruz
gamada; era su emblema. Sobre esta gran puerta de acceso al recinto, había un frontal en el que
se podía leer: "Vosotros que entráis, dejad aquí toda esperanza". Espeluznante. El día de la
liberación de Mauthausen, varios deportados españoles presos en el campo, derribaron el símbolo
hitleriano que recibía a la llegada a todos los que iban a morir dentro. Lo dicho, hoy sólo quedan
los soportes.
La macabra puerta da paso a un patio central con un corredor cubierto a la izquierda y desde el
que, pequeños orificios como ventanas en la piedra, dejan ver el camino de acceso y todo lo que
queda a sus pies. Desde allí los nazis vestidos de uniforme oscuro y botas brillantes controlaban
las entradas. Al frente, unas puertas que parecen grandes cocheras y que hoy albergan algún que
otro almacén de mantenimiento del campo. A la derecha, unas escaleras nos conducen a la parte
superior.
Tras pagar los 4€ que nos cobran por las entradas, y comprar el librito con la historia del campo
en español (imprescindible su compra ya que todos los textos del museo y de las distintas
dependencias están en alemán y en inglés), accedemos al patio de revista. Aquí se recibían a los
prisioneros, dejándolos largas horas de espera.
A la izquierda, los barracones de madera del patio de revista, son un pálido recuerdo de la
tragedia vivida hace poco más de 60 años. Un niño corretea entre ellos ajeno al significado del
alambre de espino, las torres de vigilancia, las lápidas y las flores. En el centro del patio se alza un
monumento con el que el gobierno austriaco recuerda a las víctimas de Mauthausen. Todo es
conmovedor, y es que cuando se visita un campo de concentración, en este caso el de
Mauthausen, uno no se puede quedar indiferente; independientemente de ideologías o religiones,
un escalofrío recorrerá nuestro cuerpo cuando se observen los barracones, los muros o los
crematorios que aún se mantienen en pie.