Viajes por Europa (III parte). Castillos del Loira (II parte), Valle del Mosela, Selva Negra y Austria.
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La Liberación
Abril de 1945 parecía ya indicar de manera irremediable que los alemanes habían perdido la
guerra. Las tropas soviéticas por el este y el ejército norteamericano por el oeste se aproximaban
a Mauthausen. Hasta allí llegaba el sonido de los combates. Los SS comenzaron a preparar su
huida. Pero antes, habían determinado enviar a las cámaras de gas a los prisioneros rusos que se
encontraban en peor estado. El caos en el campo siguió creciendo en los últimos días de abril y
los primeros de mayo. Hubo deserciones de varios SS que huyeron vestidos de civiles.
El 3 de mayo de 1945, los guardias de Mauthausen habían sido reemplazados por miembros del
Volkssturm y por una unidad improvisada de oficiales de policía retirados y bomberos de Viena.
No quedaba un solo SS en el campo. El oficial de policía a cargo de la unidad, aceptó el
autogobierno de los internos como la autoridad más elevada del campo. Todo el trabajo en los
subcampos de Mauthausen se interrumpió, y los presos se centraron en la preparación de la
liberación, o defensa de los subcampos en caso de un posible asalto de las divisiones de la SS
concentradas en la zona.
A las 2 de la tarde del día 5 de mayo de 1945 Mauthausen fue liberado. Esa mañana aparecieron
en el campo los miembros de una patrulla de reconocimiento de la 11ª División Acorazada de
Estados Unidos, al frente de la cual se encontraba el general Dager. Fue el sargento Albert J.
Kosiek el primero en entrar en Mauthausen mientras recibía el saludo de los prisioneros de todas
las nacionalidades. Los bomberos vieneses estaban dispuestos a entregar sus armas, pero
temían la reacción de los, hasta ese momento, prisioneros del campo. Fue mérito del Comité
Internacional de Presos el que se mantuviese el orden en esos instantes, sin embargo, no se pudo
impedir que se viviesen algunas escenas de revancha, en las que los prisioneros perseguían a
sus Kapos y los linchaban hasta terminar con sus vidas. Los últimos guardianes de Mauthausen
accedieron finalmente a entregar sus armas y abandonaron el lugar. Los estadounidenses
anunciaron entonces que debían abandonar el campo hasta la mañana siguiente, en la que
llegarían con más refuerzos. El Comité Internacional veló durante ese tiempo por el mantenimiento
del orden.
A la mañana siguiente, las tropas estadounidenses regresaron, esta vez a las órdenes del coronel
Robert R. Seibel. Para entonces los presos españoles le habían encargado al pintor barcelonés
Francesc Teix Perona la creación de una pancarta de grandes dimensiones para dar la bienvenida
a los aliados. Colgada en la puerta central, en ella se podía leer: "Los españoles antifascistas
saludan a las fuerzas liberadoras". La historia de la famosa pancarta de bienvenida, se le ocurrió a
Santiago Bonaque y rápidamente a la organización clandestina del campo le pareció genial.
Decidieron que la pancarta, aparte que saliera en español también estuviera en ingles y ruso.
Bonaque se encargó de la ejecución de la pancarta. No hay que olvidar la situación: los SS
abandonan el campo el día 3 y delega en una tropa de bomberos y policías y estos a su vez
delegan de alambradas para dentro en el Comité Internacional de Presos. Un preso se colocó en
el tejado que albergaba el crematorio y los calabozos, mientras que Teix se instaló en los lavabos
del bloque 11 y empezó a trabajar sobre la pancarta de 20 metros de largo compuesta por
sabanas. Cuando Teix la terminó y salió, su compañero Corona, loco de alegría, se la quitó de las
manos y corrió a toda velocidad hacia los miradores de la entrada. Teix, Sarroca, Ferrer y otros,
extendieron y fijaron la pancarta sobre la balaustrada que daba al interior de la plaza.
Los americanos quisieron documentar la liberación de Mauthausen con la entrada de un blindado
en la Appellplatz, esta escenificación se hizo siete días después de la primera entrada de los
americanos, y en el acto Francisco Boix es fotografiado en la balaustrada del portal del campo en
unas de las imágenes más célebres tomada por el fotógrafo americano Donald Ornitz.